No todas las películas de animación son de Disney
- Dixon Fabian Torres
- 9 jul 2017
- 2 Min. de lectura
Durante gran parte de su historia, Disney tuvo el monopolio del cine de animación. Aunque no siempre fue un camino de rosas para la Casa de Mickey. Actualmente, la compañia disfruta de una gran época de esplendor, un renacimiento impulsado por éxitos descomunales como: 'Frozen: El Reino del Hielo' o 'Zootrópolis', pero para recuperar el trono ha tenido que atravesar por bastantes baches creativos y comerciales, así como un par de 'etapas negras'.

Una de ellas, la de los 80, coincidió con (o potención con, según se mire) el auge de otros estudios de animación que llegaron a hacerle sombra. Algunas de las películas más olvidadas de Disney, 'Oliver y su pandilla', 'Taron y el caldero mágico' o 'Basil, el ratón superdetective', aparecía en esta década, mientras que Fox, Universarl, Warner y otras compañías aprovechaban las horas bajas de su principal competidora para estrenar cintas animadas que se colaban en la sala de estar de toda una generación.
Fue entonces cuando nos dimos cuenta de que Disney no era imbatible, como se volvió a demostrar en la primera década del nuevo milenio, cuando su división de animación tradicional tuvo que cerrar tras varios fracasos consecutivos, y estudios como DreamWorks vieron cómo aumentaba su repercusión hasta desafiar el monopolio de Disney.
Dinosaurios, ratones judíos y otras princesas
La animación no-Disney de los 80 y principios de los 90 tiene un nombre propio, Don Bluth, director de clásicos como 'En busca del valle encantado' o 'Fievel y el nuevo mundo', un hombre que durante aproximadamente diez años logró lo imposible: hacer sombra a Walt Disney (para quien, por cierto, había trabajado entre los 50 y los 70). Hoy en día, puede que sus películas no estén tan bien consideradas como las de Disney, pero no se puede negar que los espectadores que crecimos con ellas les guardamos un hueco muy especial en nuestro corazón nostálgico.
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